Esa sensación de que contaba contigo, de que me pertenecías y de que yo era de alguien, ese sentimiento que hacía que este mundo tenga algo de cordura en medio de tanta locura.
Fuiste tu mis fuerzas, mis ánimos de levantarme a diario, eras mi propósito de vida.
De repente todo cambió... te fuiste.
Desde ese momento mi mundo cambió y pasó de ser un día soleado con sonrisas y anhelos, a un camino sombrío lleno de miradas frías.
Esa es mi rutina diaria desde que tu te has ido, imaginar que aún existes en mi cama al despertar.
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